9 dic 2008

LA IMPORTANCIA DEL LENGUAJE NO VERBAL

Si tienes planes de viajar a Japón y no quieres que tu experiencia se convierta en Lost in Translation, toma nota de estos diez consejos imprescindibles para que conozcas el país y puedas conectar con la cultura y la gente niponas. Recuerda que el lenguaje no verbal, el protocolo y los rituales son los pilares básicos de la cultura japonesa.

1.- Saludo.
La regla de oro es el respeto. Cuando conozcas a alguien deberás decir Sumimasen e inclinar la cabeza. Esto es algo que los japoneses valoran mucho. Cuanto mayor es la inclinación y su duración, mayor es el respeto por esa persona. Es importante que te dirijas a la gente por su apellido y agregando el sufijo san (señor) para hombres y sama (señora) para mujeres.

2.- En reuniones de trabajo
te situarán al lado del anfitrión. Todas empezarán con una conversación informal y luego se servirá té (o café). Es muy importante al menos dar un trago pequeño de la bebida, demostrando así interés y receptividad.

JARDIN JAPONES

EL CAMINO DEL SAMURAI

PARTE 1


PARTE 2


PARTE 3


PARTE 4


PARTE 5


PARTE 6

CULTURA JAPONESA

CASTILLOS JAPONESES

PAIS DEL SOL NACIENTE

TEMPLOS BUDISTAS JAPONESES

28 nov 2008

FOTOS

Japan in Picture
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Powerpoint Japón

Japon
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CALIGRAFIA

Resumen Origen y Evolucion Caligrafia

LA ENSEÑANZA ACTUAL


La tecnología japonesa es de sobras conocida en todas partes del globo. Todos hemos tenido alguna vez algún electrodoméstico, alguna videoconsola o algún aparato japonés en casa. La tecnología siempre ha estado al orden del día en este país, ya que hasta ahora los japoneses no esperaban el futuro, sino que se lo inventaban.En efecto, durante la década de los setenta y los años ochenta, en plena expansión económica e industrial, Japón lideró el mundo en el campo de la tecnología gracias a unos técnicos e ingenieros que contaban con mucho espíritu de superación personal y sacrificio.Durante este periodo, las compañías crearon un sistema de reclutación de empleados que ya he comentado por encima antes, pero que procederé a explicar aquí con más detalle. Los alumnos universitarios japoneses, durante el tercer año universitario, y con más de un curso todavía por delante, buscan trabajo en diferentes empresas. Los más afortunados lo encuentran ese mismo curso académico, y los menos lo hacen durante el cuarto y último, el cual dedican casi íntegramente a este propósito. Las empresas, por su parte, se comprometen a contratarlos a partir del año fiscal inmediatamente siguiente a su graduación, lo que significa acabar la universidad en febrero y comenzar a trabajar en abril. La gente que antes de acabar la carrera universitaria no ha encontrado trabajo, difícilmente vuelve a encontrarlo porque la mayoría de empresas solamente contratan gente para trabajar a partir de abril y las personas que han estado un año sin trabajar suelen ser rechazadas sistemáticamente.Los recién graduados, al entrar a la empresa, pasan por un periodo de formación que puede ir desde los tres meses hasta más de medio año, durante el cual se les enseña a realizar un trabajo específico que forma parte de un proceso mayor. Por poner un ejemplo, en una empresa que fabrica televisores se les enseñaría a diseñar el mecanismo interno de los botones de un mando a distancia, y estarían haciendo esto hasta el fin de sus días o hasta que los cambiaran de sección, tras pasar por otro periodo de preparación para desempeñar la nueva labor a la cual han sido asignados.Si las empresas se encargan de formar a sus trabajadores para un trabajo específico, ¿de qué sirve lo que se ha estudiado previamente en la universidad? Pues teóricamente, de nada. Es por esto que a diferencia de la mayoría de países, en Japón las empresas no buscan contratar licenciados o ingenieros con una formación en un campo específico, sino que les sirven graduados de cualquier cosa. Es decir, que donde en España una empresa dice algo como "se busca ingeniero de telecomunicaciones especializado en telemática", en Japón se dice "buscamos licenciados en cualquier carrera de ciencias". Resumiendo: les da absolutamente igual lo que hayas estudiado, bien sea ingeniería industrial o informática.Por otra parte, debido a la crisis económica y a la mala gestión del gobierno, la tasa de natalidad ha descendido hasta tal punto que dentro de unos años se espera que uno de cada cinco japoneses tenga más de 65 años de edad. Además, cada vez menos familias pueden permitirse llevar a más de un hijo a la universidad, ya que los precios rondan aproximadamente los 7.000 euros anuales y no existen becas. Hasta el año 2005, en Japón habían más de 500 universidades sin contar las de ciclo corto, ya fueran privadas o públicas en proceso de privatización (no, la universidad pública ya no existe en Japón), y todas con titulaciones propias (es decir, no existe lo de las carreras homologadas). Lo que mantiene a las universidades privadas es, como todos sabemos, el dinero de la matrícula que pagan los alumnos. Al haber tan poca natalidad, la competencia por estos es feroz. Hasta aquí la cosa no parece tan preocupante.El problema es que, como a las empresas les da igual cuál sea la carrera que hayas estudiado y dónde la hayas hecho, lo importante para conseguir un trabajo es graduarte de lo que sea, dónde sea. Esto hace que los estudiantes se decanten por matricularse en las universidades más fáciles, las cuales se forran mientras las universidades con un nivel de estudios más alto se hunden en la miseria. Para evitar la quiebra, estas universidades bajan el nivel de sus estudios para atraer a más alumnos, y a su vez las primeras lo hacen aún más. Se entra, pues, en una dinámica donde la competencia por los estudiantes equivale a rebajar el nivel de la educación.Si bien esto pasaba con las universidades privadas, las hasta hace poco universidades públicas se podían permitir el lujo de mantener el nivel porque percibían subvenciones estatales. Pero para acabar de liarla, siguiendo con la política de privatización de todos los servicios públicos del país, el gobierno ha privatizado este año todas las universidades públicas que quedaban sin privatizar: ya no existe ni una sola en todo el país, hecho que ha sumado a éstas a la lucha para conseguir alumnos o, lo que es lo mismo, hacer más fáciles las carreras.En 1998 y durante un año, estuve estudiando sistemas de telecomunicación en una universidad barcelonense, que no voy a nombrar. Después de dejar esta universidad y estudiar dos años japonés en Osaka, entré en una universidad japonesa para estudiar ingeniería de electrónica, información y telecomunicaciones. Antes de entrar, tan iluso como era por entonces, pensaba que una carrera de ingeniería en Japón sería la llave para comerme el mundo. Una vez dentro descubrí, para mi desgracia, que la universidad no se trataba más que una extensión del instituto. Paso a relatar algunas experiencias y puntos que me sorprendieron:
El primer año no se podían escoger las asignaturas. Tenías que seguir un horario dictado por la universidad, en el cual se obligaba a los alumnos a hacer gimnasia. Y me vi yo, con 22 años, rescatando la ropa del instituto y haciendo actividades tan relacionadas con las telecomunicaciones como basket, badminton, ping pong y tenis. Esta asignatura duraba 2 horas, y los créditos contaban tanto como la clase de física. Para los que no tuvieran suficiente con un año, la gimnasia se encontraba también como asignatura optativa en segundo curso.
A parte de 4 horas obligatorias de inglés a la semana, estábamos obligados a escoger una segunda lengua entre alemán o chino. Para ahorrarme complicaciones escogí el alemán, cuya profesora era una japonesa que vestía igual que la maestra mala de Heidi, y que enseñaba el alemán a base de análisis sintáctico y morfológico (el llamado método de gramática y traducción).
En la mayoría de clases se controlaba la asistencia. En las clases donde había demasiadas personas como para hacerlo a voz, se pasaba entre los alumnos una máquina que leía la tarjeta de estudiante de cada alumno y la registraba en una base de datos. Así se podía controlar a qué clases iban y no iban los estudiantes. En la mayoría de asignaturas, a las tres faltas de asistencia no podías hacer el examen final.
En muchas asignaturas, antes de los exámenes finales, el profesor te decía qué preguntas iban a salir y cuales eran las soluciones. En muchas otras, si hacías los deberes te daban un punto y acumulando puntos podías aprobar la asignatura sin necesidad de hacer el examen final. Te regalaban los aprobados.
Al final del semestre, las notas se enviaban a los padres por correo. En el caso de tener malas calificaciones, los profesores llamaban directamente a casa para hablar con la família, y en el caso de un amigo mío, el profesor llegó a ir directamente a su casa. A los alumnos no se les considera maduros pese a estar en la universidad, aun siendo legalmente adultos a los 20.
Por culpa de un error en una transferencia bancaria, los 640.000 yenes que costaba cada semestre llegaron tarde a mi cuenta. Dos semanas antes de que se cerrase el plazo del pago de la matrícula, los del departamento de secretaría de estudiantes comenzaron a llamar a mi teléfono móvil y a casa cada día para recordarme que tenía que pagar. Tres días antes del plazo, se presentaron por la mañana a la puerta de mi casa para acompañarme personalmente a realizar el pago. Este hecho me puso de bastante mal humor, y fue el que colmó el vaso y me hizo romper definitivamente las relaciones con la administración de la universidad.
Periódicamente, al ser alumno extranjero, me sometían a entrevistas por parte del departamento de estudiantes, donde la dirección me llegó a decir cosas como que no debía vivir con mi novia y me mudase a vivir solo. Me habían preparado hasta información sobre inmobiliarias.
El nivel de la enseñanza era tan pésimo que necesitamos más de tres años para superar el nivel que había dado el primer semestre en la universidad española. Al final de carrera todavía no habíamos tocado ningún tema que se calificaría propiamente de segundo de carrera en España. Además, al regalarnos los aprobados, no hacía falta estudiar. La gente salía de la carrera sin saber hacer la O con un canuto. Dicho más fácil: salíamos todos graduados sin saber resolver un circuito eléctrico de nivel del antiguo COU. Si no recuerdo mal, el porcentaje de graduados de mi promoción fue del 95%. Los que no se graduaron lo hicieron el siguiente año.
Una anécdota curiosa fue en la primera clase de programación, que se dio el tercer año de carrera. Nos dividieron en grupos de 40 personas y nos metieron a todos en aulas donde cada alumno disponía de un PC. El profesor preguntó cuántas personas no habían usado hasta entonces un ordenador, y de las 40 presentes unas 6 ó 7 levantaron el brazo. Y en tercero de telecos, me encontré aprendiendo a encender un ordenador, a apagarlo y a usar el ratón. Una vergüenza. El programa más difícil que realizamos hasta el fin de carrera fue el típico de "adivina el número que ha introducido el primer jugador". Eso lo hacía yo cuando tenía 10 años con mi Amstrad CPC.
El proyecto de fin de carrera, algo que lleva de cabeza a todos los estudiantes universitarios de ingeniería superior en España, no es de libre elección. Es decir, no se hace un proyecto sobre algo nuevo: se escoge entre 5 o 6 temas establecidos, te dicen los puntos que tienes que desarrollar, el profesor lo corrige y ¡felicidades! Ya eres ingeniero. La ingeniería se trata de ingeniar, como bien dice la palabra. Se basa en innovar y en la capacidad del ingeniero para crear nuevos conceptos y desarrollar nuevos proyectos. Esto es lo que más se precia en un proyecto de fin de carrera. Pero aquí no: es como cuando en el instituto te daban a escoger entre hacer un trabajo sobre la arquitectura barroca o la románica.
Se me olvidan muchos puntos, pero como se puede apreciar la universidad no es más que una prolongación de la escuela donde te preparan para entrar a formar parte de la estructura de una empresa. La formación real no existe. No se aprende absolutamente nada, y me muero de vergüenza cada vez que mis amigos en España que han acabado telecomunicaciones me hablan sobre algún tema relacionado con la carrera. Todo me suena a chino. No tengo ni la más remota idea de lo que me están hablando, porque nunca lo estudiamos en clase.
Si todavía queda alguna persona que me defienda el sistema universitario japonés, voy a explicar cuales son las consecuencias de tal piltrafa.
Los títulos universitarios no certifican que realmente estés capacitado para desempeñar esa función en el trabajo. Los profesores de idiomas estamos hartos de ver estudiantes con titulaciones superiores de filología inglesa o española que no saben construir frases del estilo "Me gusta mucho jugar con mi perro". Después de cuatro años de carrera, y un diploma que certifica que son licenciados, me dicen cosas como "Yo gusto con perro jugar mio".
De la misma manera, los nuevos ingenieros no saben resolver cosas que cualquier estudiante de primero de carrera en otro país podría resolver con los ojos cerrados. Y pese a esto siguen contratándolos en las empresas porque siguen con los obsoletos sistemas de reclutamiento de empleados que se usaban hace 25 años. El otro día me encontré enseñando a un ingeniero en electrónica que trabaja para una conocida empresa, la diferencia entre electricidad y electrónica, y cómo resolver circuitos de corriente continua usando la ley de mallas de Kirchoff. Al parecer, es lo que estaban estudiando por ese entonces en su compañía. Después de resolverle un circuito que cualquier crío de 17 años podría resolver en el instituto me dijo: "Ostias, ¡que nivel más alto que hay en España!". El mismo tío me vio usando el MS-DOS en el ordenador y me preguntó "¿Qué estás compilando?". Apaga y vámonos. Eso sí, sobre béisbol se las sabía todas.
Al ser el diploma universitario puro papel mojado, y al no tener nada que ver lo que se ha estudiado con el trabajo que se acaba haciendo, las empresas piden graduados universitarios para cualquier cosa. Por ejemplo, para tirar del carrito en el Shinkansen (el famoso tren bala) y vender bebidas a los pasajeros, te piden una carrera de letras acabada. De manera que las chicas que tiran del carro son filólogas o psicólogas. O al menos en teoría, porque es lo que pone en sus diplomas. Intentad hablarles en inglés, y me explicáis que tal os ha ido.
Al pedir diploma universitario para cualquier trabajo, las personas que por carecer de recursos económicos no han podido permitirse ir a la universidad tienen enormes problemas para encontrar empleo, y de ser así difícilmente será fijo. El gobierno no interviene porque le conviene que las personas se vean obligadas a pagar millones de yenes por ir a la universidad para que no les cierren las puertas del mercado laboral. Hacer una carrera es pagar más de 4.000.000 de yenes por una llave que no te da conocimientos pero que te permite conseguir empleo en Japón. Quien no se lo puede pagar está condenado a trabajos basura durante el resto de su vida. Sus hijos tampoco podrán cursar estudios universitarios por el poco poder adquisitivo de su familia, situación que se ve agravada por el hecho de que en este país las becas no existen, ya que son préstamos bancarios que se devuelven hasta casi los 40 años de edad, pero cuya aprobación no se conoce hasta bien entrado el primer curso universitario (es decir, después de pagar el millón que cuesta el primer año.) Es el nacimiento de las clases sociales, que en los ochenta no existían en Japón.
Con un titulo universitario japonés, no puedes salir al extranjero. No tiene validez. Primero, porque todas las titulaciones son propias y no homologadas por el gobierno. Como he dicho antes existen más de 500 universidades y cada una tiene un puñado de carreras disponibles. Echamos cuentas y salen miles de titulaciones propias, sin relación alguna entre sí. Segundo, porque el nivel es tan bajo que si uno va al extranjero con los conocimientos que se adquieren en una universidad japonesa, se mofan de él al buscar trabajo. De todos los extranjeros que hemos conocido que han venido a estudiar un doctorado a Japón, todos menos uno se fueron a los seis meses porque esto les parecía un parvulario. El único que se quedó para acabarlo volvió a Europa para trabajar y cuando iba a buscar trabajo se reían en su cara: "¿Universidad de qué?. ¿Y quien diablos está ahí?"
La generación del baby boom, más conocida como Dankai Sedai (団塊世代), que son los ingenieros y trabajadores que llevaron al país a una posición pionera en la tecnología, se jubilan el próximo año. ¿Y qué generación les sigue?: La que he explicado a lo largo de todo este post. No es de extrañar, que las empresas japonesas se estén llevando ahora las manos a la cabeza porque no saben quién va a formar a los nuevos trabajadores, ya que las universidades no se encargan de ello. Muchas compañías, como Japan Rail, cuya mayoría de trabajadores está al borde de la jubilación, se encuentra con una situación en que en un periodo de 10 años va a perder prácticamente toda su plantilla de trabajadores, para dejar paso a una generación de jóvenes que no están preparados para ser responsables de la vida de los miles de pasajeros que van en su convoy. La policía, por su parte, está excesivamente preocupada porque las calificaciones de los nuevos agentes de la policía científica han sido este año las peores en la historia, y la gente encargada de formarlos en el cuerpo se están comenzando a jubilar.
Un país pequeño como Japón, con escasez de recursos naturales, depende exclusivamente del nivel académico de sus habitantes y de su capacidad para competir con otros países para así poder exportar sus productos al exterior. Durante las últimas décadas este país ha cumplido con esta premisa a rajatabla exportando al extranjero televisores, walkmans, videojuegos, equipos de música y miles de productos que han hecho de él un mito en occidente. Desgraciadamente, los japoneses no han sabido preparar a la siguiente generación para mantener un mínimo nivel competitivo contra países en pleno crecimiento económico como Corea o especialmente China, que aguardan sigilosamente la oportunidad para tirársele encima a Japón y robarle la hegemonía de la que ha gozado en Asia durante las últimas décadas.
Una vez más la permisividad de la sociedad e inoperancia un gobierno que ha dado prioridad a los intereses económicos a corto plazo del país, mostrando así una negligente falta de previsión, están llevando a Japón a un declive económico sin precedentes. El problema comienza a hacerse palpable: tiempo al tiempo.




Expuesto en : no-brain-zone.blogspot.com

KIMONO

El kimono (着物, kimono?) es el vestido tradicional japonés, que fue la prenda de uso común hasta los primeros años de la posguerra. El término japonés mono significa ‘cosa’ y ki proviene de kiru, ‘llevar’.

Los kimonos tienen forma de letra "T" y llegan hasta los tobillos, con cuellos escote en "V" y amplias mangas. Hay varios tipos de kimonos usados por hombres, mujeres y niños. El corte, el color, la tela y las decoraciones varían de acuerdo al sexo, la edad, el estado marital, la época del año y la ocasión. El kimono se viste cubriendo el cuerpo en forma envolvente y sujetado con una faja ancha llamada obi.

Antiguamente, el kimono se confeccionaba con un material rústico pero cuando Japón se fue influenciando por la cultura china y coreana, se introdujo la seda, haciendo que el kimono fuera un traje suntuoso.

Actualmente, la mayoría de los japoneses utiliza ropa occidental pero acostumbran a vestirse con kimonos en ocasiones especiales como bodas, ceremonias o festivales tradicionales.

Los accesorios para acompañar al kimono son los geta (chinelas de madera) o los zori (sandalias bajas hechas de algodón y cuero) y los tabi son calcetines tradicionales que separan el dedo pulgar del resto de los dedos para calzar la sandalia.

Los aficionados a los kimonos en Japón llegan incluso a tomar cursillos para aprender a colocarse un kimono correctamente. Las clases abarcan la elección de acuerdo a la temporada, las tramas y figuras a elegir de acuerdo a cada ocasión, la combinación entre la ropa interior y los accesorios de un kimono, el entrenamiento para ubicar cada ropa interior enviando mensajes sutiles,y la selección y prueba del obi, entre otros temas. Existen también clubes devotos a la cultura del kimono, como el Kimono de Ginza.

Tipos de kimono

Kimonos femeninos

* Uchikake: El uchikake es una parte del traje nupcial. Es un kimono de mangas largas ricamente adornado con bordados de colores muy brillantes y con motivos generalmente de grullas, pinos, agua que fluye y flores. Está confeccionado con la mejor seda y la parte inferior está rellenada para darle más volúmen. Se usa encima del shiromuku como una capa y sin obi.

* Shiromoku: Se usa el término shiromuku para referirse al uchikake totalmente blanco. Significa de forma literal “blanco puro”.Originariamente fue utilizado por las mujeres de la nobleza para las ocasiones formales, pero ahora representa un componente esencial en el traje nupcial japonés.

* Kakeshita: El kakeshita es un furisode de un solo color. Al igual que el uchikake posee un dobladillo acolchado.Usos: durante la ceremonia.

* shitagasane:Otro capa de kimono que se usa debajo del kakeshita y es un poco más corto que los otros.Usos: ceremonia nupcial y recepción de la ceremonia.

* Hikifurisode o hanayome:Es un furisode de boda usado por la novia después de la ceremonia. Tiene mangas largas y motivos de brillantes colores por todo el kimono.Usos: después de la ceremonia nupcial (banquete, etc.):

* Mofuku: Mofuku es el kimono japonés tradicional que se usa cuando se expresa tristeza, por ejemplo en los entierros u Hôji (servicio conmemorativo budista). Lo usan mujeres de cualquier estado civil. . Es totalmente negro si ningún tipo de ornamentación, a excepción del escudo familiar (el mofuku lleva 5 escudos).Usos: entierro o servicio conmemorativo budista.

* kurotomesode:El kurotomesode es el kimono más formal para las mujeres casadas. El patrón de estos kimonos se rige por reglas más conservadoras. Por ello, los colores son más sobrios y las mangas más cortas (entre 55 y 70 centímetros).Es de color negro de fondo y tiene magnífcos motivos en la parte inferior colocados de forma asimétrica, con la parte más importante concentrada en la izquierda. Cuanto más edad tiene la mujer, el motivo es más pequeño y se coloca más hacia la parte inferior. En el caso de una mujer más joven mayor es el motivo y más brillantes son los colores que lo componen. Es el más formal y por ello tiene 5 escudos (mon o kamon) estampados, 4 en la parte superior de las mangas y 1 en la espalda.Los accesorios que emparejan han de ser siempre de color dorado o argentado.Usos: ceremonia núpcial y recepcción de la ceremonia. Tan solo lo pueden usar las parientes más cercanas a los esposos (madres y hermanas casadas). El resto de las invitadas casadas, según la etiqueta, llevarían un irotomesode con cinco mon.

* Furisode: El furisode es el kimono más formal que usan las mujeres jóvenes, en concreto las solteras. Se caracteriza por unos motivos muy coloridos y exuberantes y de largas mangas, que generalmente llegan hasta los tobillos. Estas caracterítics son para atraer a los posibles pretendientes.Usos: Ceremonias nupciales (solo para mujeres jóvenes y solteras), para la primera ceremonia del té del año, graduación del instituto, etc.[1]

* Irotomesode: Este tipo posee un color de fondo, y al igual que el kurotomesode, los motivos se encuentran en la parte inferior. En Japón el irotomesode puede ser llevado también por mujeres solteras. Según el número de mon (escudos), se decide la formalidad el kimono. Puede puede tener 5, 3, 1 o ningún escudos. Se puede substituir el irotomesode por un houmongi en una ceremonia formal. Un irotomesode con un escudo es más formal que llevar un houmongi.En el caso de una ceremonia nupcial las invitadas que llevarían este kimono estarían casadas pero sin ser familia directa de los novios (madres y hermanas), por lo tanto, tanto amigas y otras parientes deberían vestirlo en tal ocasión. Conjuntandolo con obi y zouri plateados o dorados tal y como corresponde según la etiqueta.Usos: Ceremonia nupcial y ceremonia formal.

* Hōmongi: Houmongi literalmente significa kimono de visita y lo pueden llevar tanto mujeres solteras como casadas en ocasiones semi-formales (visitas o fiestas). Puede ser de cualquier color y los patrones asimétricos están teñidos alrededor del cuerpo sin romperse por las costuras. Es menos formal que los anteriores y normalmente difiere el material exterior con el del interior (forro). El largo de las mangas varía según el estado civil.

* Iromugi: Su caracterísitica principal es la de un único color. Puede incorporar motivos del mismo tono (como se puede apreciar en el detalle). Es posible usarlo en ocasiones semi-informales y es ideal para la ceremonia del té. Al incorporar un escudo en la parte posterior de la espalda se convierte en una vestimenta más formal. Una pieza que se puede usar sin importar la edad o el estado civil. Está confeccionado con seda crepe o tsumugi.

* Tsukesage: no llevan ningún escudo. Son de uso semiinformal. Los bordados, tintes y tejidos vienen desde el hombro en mano izquierda, así como en mano derecha y al posterior.

* edo komon: Edo-komon es un tipo de komon caracterizado por pequeños puntos dispuestos formando motivos más grandes. Es el único komon que puede llevar escudos. Al mirar de lejos un kimono de este tipo parecerá que es de un color sólido, por ello equivale en cuanto a formalidad a un iromuji y se puede usar en las mismas ocasiones.Esta técnica se originó y difundió durante el periodo Edo, cuando la clase samurai era la dominante.(sin escudo, mon) ceremonia del té (tiene la misma formalidad que un iromuji).

* komon: El komon es un kimono para ser usado diariamente, por lo tanto es el más informal. Los delicados pequeños patrones se distribuyen regularmente decorando la tela, que se tiñe usando plantillas.Usos: para salir a comprar, una comida informal, diariamente, etc.

* yukata: es un kimono hecho de algodón, que a su vez se divide en dos tipos:uno más elaborado que es utilizado para festivales y fiestas típicas y uno más sencillo, el cual utilizaban los japonés para dormir


Kimonos masculinos

Para los hombres hay kimonos con diversos estilos y características; se componen de dos partes:

* Hakama: es un pantalón holgado que a veces se usa en artes marciales y posee hasta siete pliegues, cada uno representa las virtudes del guerrero tradicional, (tradicionalmente hasta las rodillas) que se coloca encima del kimono. Usado por hombres y mujeres.

Durante el verano, se estila un kimono mucho más fácil de llevar, ligero e informal, ya que es de algodón, conocido como yukata.

CEREMONIA DEL TE

Los japoneses nunca aceptaron por completo la leyenda del descubrimiento del té por el emperador Sen Nong. Para ellos los secretos del té fueron traídos en el año 520 desde la India a China por Bodhidharma (o Daurama, como se le conoce en Japón). Se dice que al llegar a Cantón le ofrecieron a Bodhidarma una celda en un templo de las montañas, cerca de la capital del emperador chino Liang Wu Ti. Bodhidharma hizo votos de permanecer nueve años despiertos y meditando; sin embargo, pocos años después el sueño le rindió.

Al despertar, disgustado por su debilidad, se arrancó los parpados y furioso, los arrojó al suelo. Muy pronto en el lugar donde habían caído los ensangrentados párpados nació una planta, como testimonio tanto de la debilidad como del sacrificio de Bodhidharma. Por ello, los monjes Zen recomiendan masticar las hojas en forma de párpado de dicha planta, a fin de mantenerse alerta durante la meditación.

En la historia de Japón consta que en el año 729 D.C., el emperador Shomu sirvió té a cien monjes budistas en su palacio. Puesto que entonces no se cultivaba té en Japón, las hojas debían proceder de China. Se cree que las primeras semillas para cultivo las llevó Dengyo Daishi, un monje que estuvo estudiando en China y que a su vuelta las plantó en las tierras del monasterio.

Cinco años después, sirvió una infusión elaborada con té de sus primeras plantaciones al emperador Saga, a quien, al parecer, le gustó tanto que ordenó que se cultivase té en cinco provincias cercanas a la capital. Entre finales del siglo IX y el siglo XI, las relaciones entre China y Japón se deterioraron, con lo que el té dejó de ser apreciado y consumido en la Corte por tratarse de un producto chino. A principios del siglo XII, la situación entre las dos naciones mejoró y un monje japonés llamado Eisai fue el primero en visitar China.

De vuelta trajo consigo más semillas de té y la Nueva costumbre china de beber té verde en polvo. Así mismo, había comprendido las enseñanzas de la secta Rinzai del budismo Zen. El consumo del té y las creencias budistas fueron evolucionando de manera paralela y, mientras los rituales asociados con el té en la antigua China desaparecieron, los japoneses desarrollaron una ceremonia compleja y única. Todavía hoy en día la ceremonia japonesa del té, Cha-no-yu, implica un modelo definido de comportamiento diseñado para crear un silencioso interludio durante el cual el anfitrión y los huéspedes tratan de revitalizarse espiritualmente y alcanzar la armonía con el universo.

En 1906, Okakuro Kakuzo escribió en su Libro del Té que el "teísmo es un culto basado en la adoración de lo bello entre los hechos sórdidos de la existencia cotidiana. Inculca la pureza y la armonía, el misterio de la caridad mutua, el romanticismo del orden social". La ceremonia del té capta todos los elementos esenciales de la belleza artística y de la filosofía japonesa y combina cuatro ideas básicas: la armonía (con las personas y con la naturaleza), el respeto (por los demás), la pureza (de corazón y espíritu) y la tranquilidad. Tal como escribió Kakuzo, "el té es más que una idealización de la manera de beber: es una religión del arte de vivir".

La ceremonia, que puede durar hasta cuatro horas, se suele celebrar en casa, en una habitación especial destinada a tal efecto, o en lo que se conoce como una casa del té.

El arte de la ceremonia del té japonés es la armonía en donde la mente esta alerta pero en descanso, atención clara puesto que en el momento, toda la atención se enfoca en el presente saboreando los detalles sutiles de la ocasión: el sabor del té, el aroma del incienso, el sonido del batidor mientras en anfitrión mezcla las hebras del té verde (oshoyu) en una presentación espumosa.

Hay que apreciar la elegancia de los movimientos la comunicación silenciosa, la sencillez de la sala, la belleza y cada objeto relacionada con esta ceremonia. En la ceremonia del té nadie lleva reloj ya que se debe olvidar el tiempo y situarse en el presente teniendo una conciencia atenta y con respeto.

GEISHAS

Para los japoneses, las gueishas representan la belleza y la poesía antes que el amor, entendiéndose por amor la posesión fácil de la mujer. El japonés culto y refinado, va en busca de las gueishas para dar expansión a su espíritu más que a su materia. Las gueishas, todas las gueishas, son excelentes músicas, virtuosas del shamisen y del canto; pero donde más se pone de manifiesto su delicadeza, su discreción, su extensa cultura, hija de largos años de estudio y de afinada preparación, es conversando, poniendo a contribución todas sus gracias, todo su arte, todos sus adquiridos conocimientos en el ingrávido combate de la discusión, del relato, de la respuesta, pronta y alígera, esmaltada de ocurrencias felices y oportunas. Para llegar a esto, es preciso no sólo nacer con aptitudes especiales, sino acentuar éstas con un verdadero estudio, con una preparación constante, cuales son los que se necesita para el dominio de un arte, la conquista de una carrera.

Las geishas generalmente viven reunidas en conventículos bajo la dirección, tutela y cuidados de una persona de cierta edad, a la que dan el nombre de nee san (hermana mayor), la cual las atiende y las educa. Pero la difícil profesión de las gueishas no se satisface con la educación que la hermana mayor les proporciona ; necesita una vasta cultura, una extensa ilustración, pues siendo el de conversar su mayor atractivo, necesitan aprender, siempre aprender, para ponerse al nivel intelectual de sus interlocutores: sutilezas del idioma, poesías, historia e historias, ciencias, artes...

Necesitan, además — y ya lo hemos indicado—, pulsar sabiamente el shamisen y cantar, con bien disciplinada voz, baladas y trovas de amor y de guerra. Y todo esto han de aprenderlo de memoria, pues para los instrumentos japoneses no existe el pentágrama, no se conoce el libro. Y es de admirar la prodigiosa memoria de que han de gozar para aprender centenares de canciones, no sólo las consagradas ya por el tiempo y por la tradición, sino cuantas nuevas salgan a luz, alumbradas por la oportunidad o por la moda. Han de saber también recitar poesías, los difíciles versos japoneses que sólo saben descifrar los sabios, y, sobre todo esto, dominar el arte sutil de hacerse agradables, de conquistar la simpatía de sus clientes, de divertirlos con sus gracias, con sus primores, con el hechizo de su conversación fina y elegante, de la que toda palabra torpe o grosera está excluida, apareciendo siempre exquisitamente refinadas y extremadamente corteses. Así se comprende cómo los japoneses, dolados por lo general de alma soñadora como los grandes héroes, de espíritu selecto de artistas, hallan en las gueishas la poesía de la vida, pues casándose la mayor parte de ellos con muchachas desconocidas, sin amor, en matrimonio impuesto por los padrea, satisfacen con las gueishas sus necesidades psíquicas más que sus deseos fisiológicos.

Las gueishas usan siempre trajes suntuosos, aunque de aparente sencillez. Las sedas más ricas, los crespones más costosos, los más delicados y profusos bordados figuran en su indumento.

Cada una de ellas tiene a sus órdenes una jovencita, a la que llevan consigo a las casas de te y demás lugares de recreo. Estas pequeñas musumés se llaman maikó y su especial habilidad es la danza, bailando mientras la gueisha canta y pulsa el shamisén, bailando con actitudes de danzas rituales, hieráticas, sin contorsiones, sin saltos, serenamente, harmoniosamente, manejando con suprema gracia su pequeño abanico.

Las gueishas cobran sus honorarios por horas y las maikós perciben únicamente la mitad que aquéllas. Su oficio, pues, no resulta muy lucrativo porque han de presentarse muy bien vestidas, y sus kimonos son más suntuosos aún que los de las gueishas.

... Y falta indicar, siquiera sea muy someramente, el punto delicado de la cuestión.

¿Llegan las gueishas al amor ? Sí; las gueishas llegan al amor. Pero para comprender esto, es menester, antes, comprender al Japón. Al Japón, en el que el sentimiento del honor está tan acendrado que a él se rinde la vida. Un dignísimo caballero occidental sería — podría ser — allí, un perfecto inadaptado. Lo que aquí (teatro de Calderón) tiene una importancia máxima, allá, si tiene alguna es muy relativa.

La gueisha llega al amor porque es uno de sus fines, una de sus habilidades. Llega al amor por el interés. Su hermana mayor interviene y autoriza — previa aceptación voluntaria de la gueisha — este nuevo contrato, en el que nada hay de delictivo, de pecaminoso y, mucho menos, de repugnante.

Y esta misma gueisha llega a ser la esposa, la esposa ilustrada, áurea, del más empingorotado personaje de la nación — exceptuando el Mikado y los grandes príncipes—, quien como tal esposa, y como joya de elevadísimo precio, la presenta a sus relaciones y amistades, ofreciéndola a su admiración y a su envidia, feliz con ella, amante de ella, endulzada su vida por ella.

Para los actos oficiales — de política, de corte — este personaje reserva su otra mujer, la impuesta por el matrimonio de conveniencia familiar, «carne de su carne y hueso de sus huesos...», pero casi nunca alma de su alma, espíritu de su espíritu.

HAIKU

El haiku es una forma tradicional de la poesía japonesa, que se ha hecho famosa en el mundo entero. Para los lectores occidentales, el haiku no deja de ser algo misterioso y para muchos quizas poco accesible.

Un verano de 1686 en Edo, la actual Tokio, capital del Japón. Un hombre de unos 40 años, con vestiduras de monje budista, recibe en su pequeña vivienda a dos visitantes. La brisa levanta murmullos en las hojas del plátano que da sombra junto a un estanque. “¿Qué habla, antes de que la hierba verdease?”, preguntó el más viejo de los visitantes, un maestro de Zen.

En ese momento, una rana saltaba al agua. El hombre vestido de monje no vaciló un instante: “Una rana salta desde el borde; ruido de agua”. Los visitantes supieron inmediatamente que se trataba de una brillante improvisación que, según las reglas al uso, necesitaba un primer verso para ser un haiku. Siguiendo la costumbre de la época, cada uno de los presentes propuso un primer verso: “Crepúsculo”, dijo uno. “En la soledad”, dijo otro. Pero el hombre vestido de monje protestó: “Tratáis el tema muy parcialmente. Como excepción, voy a proponer yo mismo el primer verso: ¡Oh, viejo estanque! . Los otros asintieron admirados. Así surgió uno de los haikus más famosos de la historia literaria de Japón. Quien los improvisó en ese momento no era otro que Matsuo Bashou, tal vez el poeta japonés más celebrado. Así quedó el poema, traducido libremente:

“¡Oh, viejo estanque!
Una rana salta desde el borde;
ruido de agua”

Se ha escrito mucho sobre esta breve composición, famosa en la literatura japonesa. El agua se comenta , representada aquí por el viejo estanque, despierta un sentimiento de profundidad, eternidad, misterio del origen inefable de las cosas. En esa continuidad imperturbable que representa el agua, sólo la acción viva del momento, del ahora: el salto repentino de la rana, puede hacernos oír, percibir por un instante toda esa silenciosa, ingente eternidad. Lo sorprendente es que algo tan sencillo y directo pueda ser al mismo tiempo tan profundo.

La poesía tiene en Japón un sentido y una función muy diferentes de las que suele tener entre nosotros. En primer lugar, trata de un arte tremendamente popular. Raro es el japonés que no haya escrito un verso en su vida. Se leen y conocen las obras de los grandes poetas, que son comprendidos y apreciados en todos los medios sociales. Tal vez porque la poesía japonesa nunca se propuso la expresión exclusiva de la personalidad del autor, sino más bien la comunicación de una experiencia concreta. Además, y en esto también se diferencia de la tradición occidental, se caracteriza por la total ausencia de retórica y brillo, por su extremada sencillez.

Sin embargo, la sencillez del haiku no significa despreocupación por la forma, sino todo lo contrarío. La forma del poema está sujeta a reglas estrictas. Por ejemplo, el número de sílabas de los tres versos que forman el poema: 575. La intención de esos versos está igualmente determinada: si el primero indica una situación, el segundo es frecuentemente una acción o cambio, y el tercero supone una sorpresa, que da un valor nuevo al poema.

Haiku :: Poesa Japonesa

El haiku es una forma de mirar.
Una manera de vivir.

Estas normas, que no han cambiado mucho en el transcurso de siglos, pueden llegar a convertirse en una rutina convencional. De ahí que la historia del haiku sea una continua lucha por la autenticidad, por el sentimiento, a pesar de las determinaciones de la forma. De tiempo en tiempo surgen poetas geniales, que dan al haiku nueva vida cuando estaba amenazando convertirse en algo rutinario y muerto. Figuras de ese calibre son Bashou, en el siglo XVII, Yosa Buson y Kobayashi Issa.

En la centuria siguiente, o Shiki, en el siglo XIX. Bashou fue determinante para la historia del haiku, tal vez porque concibió sus poemas desde estados de ánimo que tenían que ver con la práctica del budismo zen, una religión y una manera de entender la vida que han influído enormemente en la forma de ser de los japoneses. La exigente práctica del zen tiene como objeto llegar a la iluminación del espíritu, a la repentina toma de conciencia de la unidad con el todo. En esa situación anímica, las cosas adquieren una vida nueva, en medio de una gran paz y alegría. Como en este poema de Basho:

“Un rayo de eternidad descubro en las hojas caídas de mi jardín”

El haiku es una forma de mirar. Una manera de vivir. La flor del haiku es la frescura. Frescura, espontaneidad, expresión directa de la vivencia del instante. Es lo que requiere esta forma peculiar de la poesía japonesa. Es más que una técnica. Es la transparencia de una emoción profunda ante las cosas más sencillas.

FUJIYAMA

Monte sagrado, único en el mundo por su soberbia elegancia y gallardía, monte formado por la mano de los dioses durante una horrible noche de terremoto, en la que la tierra, que quedó vacía, fué invadida por las aguas, tomando el nombre de Biwa no iké : lago Biwa, lago lleno de encantos y de leyendas, con la imagen del Fujiyama eternamente reflejada en él.

Para los japoneses el Fujiyama es el compendio de todas las bellezas; los poetas lo citan en sus mejores composiciones y los pintores se deleitan reproduciéndolo en sus dibujos y pinturas.

Nunca puede olvidarse la impresión tan honda de belleza, de algo fantástico, de algo sobrenatural experimentada al contemplarlo por primera vez. Yérguese altivo, aislado, único, señero, sin el cortejo de satélites de montículos que mermen la grandiosidad de su altura, con toda su soberana majestad, imponente y magnífico, bello de toda belleza, mostrando su suave tinte gris azulado, coronado de nieves perennes, que en invierno descienden hasta la mitad de su altura y en verano semejan puñados de hojas de loto derramadas en su cima coronada por el tenue airón de vapores, cual si se quemase incienso en sus recónditas entrañas en honor a todos los dioses fundadores de las encantadas islas del Japón.

De todos los ámbitos del imperio acuden diariamente peregrinaciones dirigidas por sacerdotes, formando grupos cuyos individuos han de ser contados, pues en la cúspide soplan tan fuertes huracanes, que muchas veces una ráfaga de viento precipita a los hombres por las vertientes en medio de los mayores riesgos, y algunas veces se ha registrado la desaparición de los despeñados en los hondos abismos que se abren en sus laderas. De aquí la conveniencia y aun la necesidad de recontar el número de peregrinos de cada grupo para proceder inmediatamente a la busca del que se echare en falta. Afortunadamente, las iras de Eolo no se desencadenan siempre. Hay días hermosísimos de quietud, de serenidad, de luminosidad indescriptibles, durante los cuales son las almas las que acuden a disfrutar, con los cansados cuerpos, de las bellezas sin fin del inolvidable espectáculo.

Durante el verano se establecen en el Fujiyama oficinas de correos que llegan hasta la tercera etapa; pero deslizado ya septiembre, el frío es tan intenso, que impide toda permanencia en la sagrada montaña.

Los peregrinos van acompañados de bonzos, caballeros en acémilas, mientras la topografía del gigante lo permite ; después avanzan todos a pie, reunidos, rezando las oraciones que el sacerdote inicia, subiendo las ásperas pendientes poco a poco, auxiliándose con el apoyo de una larga pértiga por el estilo de los herrados alpenstocks europeos.

Aquel que desee llevarse como recuerdo — y lo desean todos — un puñado de tierra de la montaña sagrada, tiene que ir provisto de otra cantidad igual de la misma materia, tomada de la base, substituyendo una por otra al llegar a la cumbre. Si alguien quebranta la rigidez de este justo pacto entre la montaña y el hombre, no tarda en recibir de los dioses el adecuado castigo, pues se extraviará en el camino y nunca más podrá volver a hallarlo.

Son tantas las peregrinaciones, que durante el año son centenares de miles de hombres los que suben a lo sumo del Fujiyama. Sin embargo, durante las incontables centurias de años no se ha alterado en nada la línea del monte, conservando su inmutable silueta, pues la creencia popular afirma que toda la tierra que bajo la presión de la planta humana rueda desde la cumbre a la falda, torna, durante la noche, a subir por sí sola desde la falda a la cumbre, ocupando el mismo lugar del que fue arrancada. De este modo cuidan los dioses de que en el transcurso de los siglos no pierda el sagrado volcán su hermosura soberana.

por JIDEKO SELLÉS ÓGUINO DE VIDAL

UN POCO DE CULTURA

La cultura japonesa se caracteriza por una preferencia por la gracia interior, en oposición al esplendor exterior.

El sentido de la belleza, característico del japonés, expresado en conceptos tales como miyabi, mono no aware, wabi y sabi, sugiere un mundo de armonía estética y emocional. La cultura japonesa distintiva que tenemos hoy en día es el resultado de una serie de encuentros entre la cultura tradicional japonesa y las culturas extranjeras, a través de los cuales estas últimas fueron importadas, absorbidas y armoniosamente fundidas con la primera. Podría decirse que algunas de las características notables de este proceso incluyen una flexibilidad y apertura hacia las culturas extranjeras. En lugar de rechazar estas últimas, los japoneses han preferido ajustarlas a sus propias estructuras estéticas, a menudo de un modo totalmente creativo, adaptándolas a las necesidades japonesas.

Cultura es una expresión general para aquellas áreas del saber, religión y artes que a su vez pueden fragmentarse en literatura, bellas artes y música. Por lo tanto, resulta extremadamente difícil generalizar cuando se habla de la cultura japonesa como un fenómeno total. No obstante, podemos aplicar comentarios como el anteriormente enunciado, por lo menos al campo de las artes figurativas.

El comienzo de las artes figurativas en el Japón data de la Edad Arcaica, cuando se hicieron las vasijas de loza tipo Jomon. Estos objetos estaban hechos con arcilla cocida sin vitrificar, con señales de cuerdas. También se fabricaban en la Edad Arcaica, que continuó hasta la introducción del Budismo en el Siglo VI D.C., las vasijas de loza tipo Yayoi siglo IV A.C. hasta el siglo IV D.C. , así como las gigantescas tumbas del Período Kofun, siglo IV D.C.. El Período Yayoi se distinguió por la introducción de la agricultura y los utensilios de metal del Continente Asiático. Este primer período cultural de la Edad Arcaica se extiende desde la época prehistórica del Japón hasta el momento en que el Japón quedó unido por primera vez como nación-estado bajo un sistema imperial; se caracterizó por la asimilación de culturas extranjeras, especialmente durante el Período Yayoi antes mencionado, cuando la cerámica fabricada mostraba mayor diversidad de formas y diseños todavía más simplificados.

La Edad Antigua puede ser considerada como una era de cultura budista. Aunque las influencias culturales del Continente ya se habían abierto camino en el Japón durante el período anterior, fue durante este período que la cultura continental iba realmente a florecer en el Japón como consecuencia de la introducción del budismo. Los resultados, en términos de arquitectura, escultura y pintura budistas, fueron lo suficientemente prodigiosos para justificar que se llame a este período la edad de oro del arte budista.

La mayor parte de las asimilaciones extranjeras provinieron de la sociedad china cosmopolita y exótica durante la Dinastía Táng, cuya extraordinaria influencia en el Japón durante este período dio por resultado, en este último país, la absorción indirecta de una cantidad considerable de cultura internacional.

Durante ese mismo período, el mundo occidental contemplaba la caída del Reino Gótico Oriental, el establecimiento del Papado Romano en la persona de Gregorio I, y la construcción de la Catedral de San Pablo en Londres.

Esta era de cultura budista puede subdividirse en tres períodos diferentes: el Período Asuka (finales del siglo VI-principios del siglo VII), el Período Hakuho (finales del siglo VII-principios del siglo VIII) y el Período Tempyo (siglo VIII). Estas divisiones reflejan las cambiantes actitudes de los japoneses por lo que atañe a su receptividad de las culturas china y coreana.

El comienzo del dominio de la aristocracia en la capital de reciente establecimiento, Kioto, iba a significar una transformación considerable de la cultura japonesa en este nuevo período de Heian, como se le llamó. La cultura china T´ang dominó el período durante unos 100 años, pero a finales del período de Heian (siglos X-XII), también conocido como el Período Fujiwara, se produjo una diferenciación de la cultura china a favor de una nueva cultura específicamente japonesa.

Otra característica de la época fue una retracción en el cumplimiento del deber por parte de los funcionarios del Estado. Las tareas administrativas habían sido encomendadas a funcionarios subalternos, con el fin de que sus superiores tuvieran la posibilidad de dedicarse al disfrute estético de la naturaleza y del arte dentro de su sociedad exclusiva. Lo cierto es que fue este ocio concedido a la élite el que hizo posible el desarrollo de estas actividades culturales, las cuales, a su vez, dieron paso a una cultura genuinamente japonesa de un refinamiento inigualado.

El sistema familiar matriarcal, que existía desde la época de la más rudimentaria organización social en Japón, seguía siendo la principal característica de la sociedad japonesa durante el Período Heian. Las mujeres podían vivir por su cuenta, rivalizando con los hombres en unas condiciones imposibles de repetirse durante mil años. Había incluso casos de mujeres “señores” de mansiones, así como mujeres económicamente independientes o que poseían un alto nivel cultural. Esto puede explicar la tan comentada huella “femenina” en la cultura de esa época.

Durante la primera mitad del Siglo XIII, Japón se encontró bajo el dominio de una nueva clase guerrera (bushi), que no solamente eclipsó la prerrogativa aristocrática en el poder, sino que alcanzó a dejar su huella en la cultura nacional. Estos guerreros, cuyo poder emanaba de la clase agrícola local acomodada, habían llegado a ser una fuerza revolucionaria capaz de derrocar a la clase dirigente tradicional, que había conservado su poder desde el establecimiento del Estado Imperial en la Edad Antigua. Sin embargo, con la decadencia del poder de la aristocracia y la hegemonía de la clase guerrera, el Japón entró en la Edad Media de la sociedad feudal.

Evidentemente, la nueva clase no podía echar abajo toda la estructura del Estado con un solo golpe. Fueron necesarios varios siglos de compromiso con la aristocracia antes que el sistema feudal quedase firmemente establecido. Lo mismo ocurrió en la esfera cultural, donde los clásicos tradicionales no desaparecieron sin más. Incluso existen evidencias que los propios bushi procuraron reconciliar la cultura popular que renacía con la decadente cultura aristocrática de los Siglos XII y XIII.

No se puede hablar de la Edad Media y de su cultura sin señalar la contribución del Budismo Zen, introducido de la China de Ming. En este nuevo culto se basaban realmente la cultura y la ética de la clase guerrera. No obstante, en términos de arte y de cultura en general, la influencia plena del Zen no se hizo notar hasta el establecimiento del Gobierno Ashikaga en Kioto, tras la etapa en que la Corte Imperial había quedado dividida entre las Cortes rivales del Sur y del Norte, en el siglo XIV. El arte Zen pasó a ser entonces la corriente cultural dominante en el Japón.

Durante el Período Muromachi (siglo XV-principio del siglo XVI), la cultura Zen experimentó un proceso de refinamiento, durante el cual se despojó de su lastre religioso. Dos producciones representativas de esta etapa son el Gozan Bungaku ( o literatura de los cinco monasterios) y el suiboku-ga (pinturas monocromas al carbón-tinta). El Gozan se refería a los cinco templos mayores de Kioto y luego 5 en Kamakura. Esta apelación seguía la costumbre Sung, de China, de dignificar algunos templos. En el Japón, los sacerdotes de los templos Gozan actuaban como consejeros políticos y diplomáticos del Gobierno, o desempeñaban papeles principales en las actividades académicas y artísticas del Período Muromachi. De este modo, la literatura Gozan y la pintura suibokuga, que fueron en su origen manifestaciones de las actividades culturales de los sacerdotes Zen hacia finales del siglo XVI, generaron una cultura que podía identificarse como genuinamente japonesa en términos de conciencia estética.

Durante el siglo XVI, los conflictos y las intrigas por el poder ejercido por los jefes militares locales (daimyo) determinaron la aparición de una estructura feudal unificada, de ámbito nacional, a cargo de tres figuras sucesivas de la historia japonesa: Nobunaga Oda, Hideyoshi Toyotomi y Ieyasu Tokugawa. En contraste con este desarrollo histórico del Japón, la sociedad feudal europea contemporánea ya había entrado en un período de decadencia como poder político transformado de aristocracia en monarquía; y los monarcas, con el apoyo del poderoso capital comercial, pudieron establecer estados absolutistas ricos dotados de burocracia y de ejércitos permanentes.

La historia del Japón entre los siglos XVI y XIX se conoce sucesivamente como el Período Azuchi-Momoyama (finales del siglo XVI) bajo el reinado de Oda y Toyotomi, y el Período Edo (siglos XVII y XIX) del Shogunato Tokugawa.

El espíritu de liberalismo y exuberancia que había caracterizado los primeros años del dominio de la clase guerrera siguió imperando durante el Período Azuchi-Momoyama, que fue testigo de frecuentes y entusiastas comunicaciones y actividades comerciales con diversas naciones. En consonancia con este espíritu comercial florecía la vibrante cultura del Período Azuci-Momoyama. Los dirigentes de la sociedad Azuchi-Momoyama eran los bushi y los comerciantes acaudalados, cuyo espíritu estaba directamente reflejado en el carácter de grandiosidad y poder de la cultura de la época, simbolizada por las poderosas e impresionantes obras de la arquitectura de castillos.

Durante el siguiente Período, el Edo, la cultura Azuchi-Momoyama sufrió una escisión y una metamorfosis. Aunque su influencia seguía siendo considerable a principios del Período Edo, la sociedad Tokugawa unificada generó pronto una cultura propia. Se observó que el arte de la cultura Azuchi-Momoyama se había vuelto excesivamente formalista, lo que indicaba el hecho de que los bushi no podían, después de todo, contribuir mucho al desarrollo del arte y de la literatura, porque la ética feudal, los principios y rituales del Confucianismo y del Bushido tenían el efecto de contener la expresión libre y natural de los sentimientos íntimos. Fue de ese modo que el pueblo llano llegaría a transformarse en dirigente de la cultura japonesa por primera vez en la historia, y cómo en el Período Edo amanecía una nueva era de floreciente cultura plebeya.

La Restauración de Meiji, a mediados del siglo XIX, señaló la apertura de las puertas, y la cultura occidental inundó el Japón. Al poco tiempo, el país se encontró formando parte del club de naciones modernas del mundo.

Mientras ciertos fenómenos tienden a retener el penetrante estilo de sus variados orígenes, otros han adquirido una esencia genuinamente japonesa a través de un proceso de destilación y de refinamiento.

Del libro Profesor Yutaka Tazawa

RELIGION JAPONESA

La tradición religiosa japonesa es rica y compleja y abarca dentro tendencias complementarias y contradictorias en pensamiento religioso y practica. En el corazón de la tradición japonesa esta el Shintoísmo que es la religión mayoritaria del Japón, el Budismo, religión proveniente de India que llego a Japón entre el S. VI y VIII de China.

El Shinto

TORI: Puerta especial para los Dioses, separa el mundo finito del infinitoEl Shinto es un término general para las actividades que desarrollan los japoneses para venerar a todas las deidades del cielo y la tierra, y tiene su origen en una edad tan lejana como lo es la historia japonesa. Aunque el Sintoísmo es una religion nativa de Japón, el propio nombre, Shin-to, procede de una antigua palabra china que significa "El camino de los Dioses". Los japonés por sí mismos escogieron utilizar un nombre chino para su religión porque en ese tiempo, hace más de un milenio, el chino era la única lengua que tenía escritura en Japón, ya que ellos aún no habián desarrollado la escritura en su propio idioma. La frase que significa Shinto en japonés es Kami.



La palabra Shintoísmo, o "El camino de Kami" (dioses o espíritus), sólo vino a ser utilizada después del S. VI cuando los japoneses quisieron distinguir sus tradiciones de las religiones extranjeras como el Budismo y el Confucianismo que eran utilizados en ese entonces. Así, en sus orígenes, el Shintoísmo era la religión de las personas prístinas que, sobre todos, eran sensible a las fuerzas espirituales que saturaron el mundo de naturaleza en la que ellos vivían. El Shinto a diferencia de las demás religiones, no tiene fundador. El Shinto se situó como religión oficial del Japón junto con el Budismo.

Puesto que el Shintoísmo carece de escrituras, dogmas, y credos, el culto siempre ha tenido el lugar central en la religión. En lugar de llevarse a cabo sermones o estudios, se realizan rituales y festivales, también tiene un lugar importante los rasgos físicos de los santuarios, el Shintoísmo ha transmitido sus actitudes características y valores. Los más prominente entre éstos es el sentido de gratitud y respeto hacia la vida, una apreciación profunda de la belleza y poder de la naturaleza, un amor de pureza y- la limpieza.

Tras el paso de muchos años a través de la historia, el Shinto, se desarrollo en cuatro formas: el Koshitsu Shinto (El Shinto de la Casa Imperial), Jinja Shinto (El Santuario Shinto), Shuha Shinto (La Secta Shinto), y el Minzoku Shinto (El Shinto Folklórico).

Cada santuario se dedica a un específico Kami que tenga una personalidad divina y responda a los rezos sinceros del fiel. Al entrar en un santuario, se pasa a través de un Tori, una puerta especial para los dioses. Esto marca la demarcación entre el mundo finito y el mundo infinito de los dioses.

Las ceremonias del templo, incluyen la limpieza, las ofrendas, los rezos, y las danzas que se dirigen al Kami.

En muchos hogares se da un lugar central a los dioses con un altar llamado "Kami-dana".

Los creyentes respetan a los animales como mensajeros de los dioses. Un par de estatuas "koma-inu" (perros protectores) se encuentran en el santuario.

En el pasado, los creyentes practicaron " misogi ", el lavado de sus cuerpos en un río cerca del santuario. En años recientes se lavan solamente las manos y enjuagan sus bocas en un lavabo que es proporcionado por el santuario.

UN POCO DE HISTORIA

La historia primitiva del Japón se confunde con las leyendas cosmogónicas y religiosas. Lo que se tiene por cierto es que algunos siglos antes de la Era cristiana, la isla de Hokkaido y la parte septentrional de la de Honshu estaban habitadas por los ainos, y que, en 660 antes de J. C. un príncipe indígena, llamado Jimmu-Tenno, comenzó la obra de dominación conquistando la isla de Honshu y sometiendo a sus pobladores, los ainos, fundó la dinastía que aún reina en la actualidad. En el siglo III de nuestra era se importaron de la China las letras y las artes, la industria de la seda, etc. En el siglo VI entró el budismo. De los siglos IX a XII, tres familias influyentes, la de los Fujiwara, la de los Taira y la de los Minamoto, trataron de absorber la administración del Estado, quedando vencedora la primera de ellas. En 1186, Yoritomo, último descendiente de los Minamoto, aplastó para siempre a los Taira fundó la primera dinastía shogunal y se estableció en Kamakura, con lo cual, sin destronar al mikado, lo redujo a la condición de monarca puramente nominal. En el siglo XV comenzaron las relaciones del Japón con Europa; San Francisco Javier evangelizó el Imperio, sin lograr que la religión predominante dejase de ser el sinto. En 1639, España y Portugal fueron expulsadas del país. En 1854 firmó el Japón un tratado comercial con los Estados Unidos; en 1858 hizo lo propio con Rusia, Inglaterra y Francia; en 1859, abrió el primer puerto al comercio europeo.

En 1867, al subir al trono Mutsuhito (Meiji), estalló la famosa revolución de los daimios o señores contra el shogún, que vino a restituir el poder detentado durante siete siglos por los shogunes a su legítimo dueño. Este fue el punto de partida de una verdadera transformación en el Imperio; desde aquella fecha el Japón entró decididamente en la vía del progreso y en poco tiempo se modernizó completamente.

En 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, el Japón se puso decididamente al lado de su aliada Inglaterra; pero no tomó parte activa. Limitó su acción a ejercer vigilancia en sus mares, a ocupar algunas posesiones alemanas del Extremo Oriente, que le fueron cedidas al concluir dicha guerra. Desde septiembre de 1931 hasta mayo de 1932 estuvo en lucha con China, cuyo territorio invadió sin previa declaración de guerra.

El 7 de diciembre de 1941, durante la Segunda guerra Mundial, el Japón, que había firmado con Alemania e Italia el Pacto Tripartito, atacó por sorpresa la base naval norteamericana de Pearl Harbour, y ocupó luego Filipinas y otras islas de Oceanía; pero rehechos los aliados emprendieron la contraofensiva y fueron destruyendo la fuerza aeronaval nipona hasta que la metrópoli se vio a merced de los aviones de bombardeo norteamericanos y el 14 de agosto de 1945, recientes las explosiones de las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki.

El emperador Hiro-Hito ofreció a sus enemigos la rendición incondicional de su país, y el día 2 del siguiente mes se firmó la misma a bordo del acorazado estadounidense Missouri, anclado en al rada de Tokio, y el Japón fue ocupado por los ejércitos aliados, cuyo jefe supremo, el general Mac Arthur, tenía atribuciones superiores a las del gobierno japonés. Seis años duró la ocupación, hasta septiembre de 1951, fecha en que se firmó en San Francisco (EE.UU.) el Tratado de paz entre las Naciones Unidas y el Japón, y entonces este país quedó libre y recobró sus derechos soberanos. En 1956 se firmó, un tratado que ponía fin a la guerra entre Rusia y Japón.

27 nov 2008

ORIGAMI

El origami (折り紙) es el arte de origen japonés del plegado de papel, para obtener figuras de formas variadas.
En el origami no se utilizan tijeras ni pegamento o grapas, tan sólo el papel y las manos. Por lo tanto, con sólo algunas hojas de papel pueden obtenerse distintos cuerpos geométricos o figuras parecidas a la realidad. Las distintas figuras obtenidas a partir de una hoja de papel pueden presentar diferentes áreas (según la porción de papel que queda debajo de otra) y varios volúmenes.
Según la filosofía oriental, el origami aporta calma y paciencia a quien lo practica, rasgo común de bastantes terapias basadas en el ejercicio manual.
Un ejemplo del más popular, la "grulla" "tsuru":

MAPA

FOTOS

Fotos de Japon
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UN POCO DE ENCICLOPEDIA

Japón (日本, Nihon o Nippon, oficialmente 日本国 Nihon-koku o Nippon-koku, Estado de Japón; significado literal: «el país del origen del sol») Nippon-koku , es un país insular del este de Asia. Está ubicado entre el Océano Pacífico y el Mar del Japón, al este de China, Rusia y la península de Corea.

Japón comprende más de 3.000 islas, las más grandes de ellas son Honshū, Hokkaidō, Kyūshū y Shikoku, abarcando juntas el 97% del área total. Tiene una población de 127 millones de personas, la décima más numerosa del mundo. El área metropolitana de Tokio, que incluye a la ciudad capital de Tokio y las prefecturas de sus alrededores, es el área urbana más grande del mundo en términos de población, albergando a más de 30 millones de habitantes.

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